La verdad sobre la semana laboral estadounidense de 40 horas

The Reality of the 40-Hour American Workweek

Los estadounidenses son hoy un 400% más productivos que en 1950.

La media de horas de trabajo anuales de los estadounidenses supera a la de los japoneses en 137 horas, a la de los británicos en 260 horas y a la de los alemanes en 394 horas. 

En comparación con los franceses, los estadounidenses trabajan la friolera de 499 horas más al año.

¿Esto hace que la semana laboral de 40 horas sea una mentira?

Siga leyendo para descubrirlo.

Cómo la semana laboral de 40 horas marcó la pauta

Si una semana de 40 horas parece intensa, imagínese una de 80 horas. Eso es lo que soportaban los trabajadores del siglo XVIII. Las actividades manuales y pesadas como la agricultura exigían entre 12 y 14 horas diarias. 

La presión para prolongar la jornada laboral creció a medida que la revolución industrial cobraba impulso. La ausencia de restricciones en las temporadas y el aumento de los esfuerzos de fabricación significaban que siempre había más trabajo por hacer. La carga que esto suponía para todos los trabajadores se hizo evidente rápidamente.

En 1817, Robert Owen, un galés partidario del socialismo, conceptualizó la jornada laboral de ocho horas. La idea era dividir el día en tercios de ocho horas entre trabajo, ocio y sueño. Esto se adoptó en Estados Unidos en la década de 1860. 

Así surgió el movimiento de las ocho horas.

En 1867, los trabajadores de Chicago llevaron a cabo una huelga contra una ley infructuosa que limitaba las horas de trabajo en apariencia, pero daba a los empresarios la posibilidad de ampliarlas.

Fue en 1886 cuando la Federación de Oficios Organizados y Sindicatos animó a los obreros a practicar el trabajo de ocho horas diarias. Las huelgas volvieron a extenderse, esta vez más allá de Illinois. El movimiento condujo a la conmemoración del Día Internacional de los Trabajadores el 1 de mayo, también conocido como Día del Trabajo.

A partir de entonces, el cambio no tuvo freno. A principios del siglo XX, la semana laboral de 40 horas se convertió en la norma en la imprenta, y también en la industria del automóvil.

El 25 de junio de 1938, el Congreso aprobó la Ley de Normas Laborales Justas. En ella se estipulaba que la semana laboral era de 44 horas, que se redujo posteriormente a 40 horas. El 24 de octubre de 1940, la ley entró en vigor.

Principios fundamentales de la semana laboral

La jornada laboral actual en Estados Unidos suele ser de 8:00 a 17:00 horas, con una hora para comer. Como en la mayor parte del mundo, los días de trabajo son de lunes a viernes, mientras que el sábado y el domingo se consideran fin de semana. 

A partir de 2019, la jornada semanal de un trabajador a tiempo completo terminaba tras 8,5 horas en el trabajo. Para los trabajadores a tiempo parcial, era de 5,58 horas. De media, los empleados del sector privado acumularon 34,9 horas de trabajo por semana en 2020.

Las pausas para el café están compensadas por la ley, pero las pausas para comer no. El salario mínimo federal por hora es de 7,25 dólares. Los empleados pueden obtener salarios mínimos más altos si lo autoriza la legislación de cada estado.

Cualquier periodo de trabajo que supere las 40 horas se considera hora extra. La tarifa de las horas extraordinarias es 1,5 veces el salario por hora normal según la Ley de Normas Laborales Justas (FLSA).





Normas sobre los permisos

Estados Unidos es el único país de 41 que no exige a nivel federal que los permisos sean remunerados. Algunos gobiernos estatales han implantado políticas de permisos remunerados, como Nueva York, California y Washington. 

Se permite una baja médica o parental de 12 semanas. Puede utilizarse por motivos de salud personal, para cuidar a un familiar directo o para el cuidado de los hijos. El nacimiento, la adopción y el cuidado de los hijos también son motivos aceptables.

Esto no está exento de un par de condiciones: el empleado debe haber trabajado con la misma empresa al menos 1.250 horas durante 12 meses. Además, tiene que formar parte de la nómina salarial de un empleador lo suficientemente grande como para tener 50 empleados en un radio de 75 millas del lugar de trabajo.   

Disparidades de género, edad y sector

Una encuesta de población de la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) descubrió que los hombres que trabajan a tiempo completo lo hacen una media de 42,5 horas a la semana, mientras que para las mujeres es de 40,3 horas semanales. La diferencia de 2,2 horas semanales entre ambos sexos se debe a las obligaciones domésticas impuestas por la sociedad a las segundas, principalmente las relacionadas con su familia.

La responsabilidad de atender las necesidades de los niños suele recaer en las madres. En caso de circunstancias especiales, es más probable que las madres tengan que reducir su horario de trabajo antes que los padres.

La edad fomenta las discrepancias a su manera. La encuesta del BLS reveló además que los jóvenes de 16 a 19 años dedican 38,3 horas semanales, y los de 20 a 24 años 39,9 horas a tiempo completo. Los que tienen 25 años o más dedican 41,7 horas cada semana al trabajo.

Con la edad llega la responsabilidad. La mentalidad estadounidense está orientada a la riqueza: ganar dinero tiene prioridad sobre la comodidad. Además, existe el estigma de que son menos proclives al trabajo duro en comparación con los de los países en desarrollo, lo que inculca a muchos la necesidad de demostrar lo contrario.

Las diferencias se extienden también entre sectores. En base a los datos de 2021, los trabajadores de la minería y de la madera son los que tienen el máximo número de horas semanales: 44,8.

En cambio, el personal de ocio y hostelería trabaja 26,6 horas semanales. Las horas semanales de la industria manufacturera, la información y el comercio minorista ascienden a 40,5, 37,5 y 30,9, respectivamente. Las horas de la mayoría de los demás trabajadores se encuentran dentro de este rango.

Un equilibrio precario

Las académicas Christine M. Beckman y Melissa Mazmanian descubrieron que la vida de los estadounidenses está impulsada por tres aspiraciones de perfección: como trabajador, como padre y la salud. Si la posibilidad de cumplir un aspecto es ilusoria, lograr los tres requeriría un milagro.

Considere la propuesta de Owen: aunque primitiva, sonaba ideal, dividiendo el tiempo por igual entre el trabajo, el descanso y la recreación. Sin embargo, una jornada laboral de ocho horas significa que los quehaceres y atender a los demás se concentran en las 16 horas restantes del día, dejando una ínfima cantidad de tiempo para uno mismo. Eso sin contar las horas que se dedican a los desplazamientos y a las horas de trabajo extras.

Especialmente para los padres que trabajan, la elección entre dedicar tiempo a lo privado o a lo profesional no es fácil. Según el BLS, en 2020, el 95,3% de las parejas casadas con hijos estaban formadas por un progenitor trabajador. Lo mismo ocurría con el 88,5% de todas las familias con hijos.





¿Cambiar a una semana laboral de cuatro días?

A decir verdad, la semana laboral de 40 horas ha existido desde el siglo XIX, pero principalmente en teoría. Incluso durante los primeros quince años del siglo XXI, los empleados trabajaban entre 44 y 47 horas semanales..

Sin embargo, en la actualidad se observa un descenso constante de la duración del trabajo. La gente está reconociendo progresivamente la importancia de dar prioridad al tiempo personal. Asimismo, los directivos se han dado cuenta de que un mayor número de horas no equivale a un mayor rendimiento, sino más bien lo contrario.

Presionar a los trabajadores para que sigan trabajando duro afecta enormemente la eficiencia. El agotamiento está al acecho, y cuando salta la alarma, a menudo es demasiado tarde.

Superar la necesidad de trabajar en exceso no sólo es beneficioso para el individuo, sino también para la sociedad. Las actividades comunitarias constructivas y los compromisos sociales solo son posibles cuando el tiempo lo permite. El informe “Los límites ecológicos del trabajo” de 2019 señaló incluso una correlación entre la reducción de las horas de trabajo y la disminución del cambio climático.  Aunque la defensa de la reducción de la jornada laboral está ganando terreno, el verdadero cambio solo se producirá cuando se convierta en parte de la agenda política. Puede que no esté lejos el día en que la semana laboral de cuatro días se declare como obligatoria. Hasta entonces, la semana laboral de 40 horas, o al menos su concepto, se queda tal cual.

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